De delitos y las acciones que no se escucha “ni Padre”
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Rafael Rodríguez
Uno de los temas que más ha acaparado titulares y artículos de prensa ha sido el de la delincuencia hacia las personas. Las víctimas de los delitos piden más mano dura, que aumenten las penas; los más radicales piden que los "sequen en la cárcel", pero todos coinciden en que se acabe la impunidad.
En Tolerancia Cero, el domingo pasado, el alcalde de Recoleta planteaba que era partidario de enfrentar el problema con la tesis de la "Seguridad Humana", la que en síntesis se enfoca hacia el combate de las causas que dan origen a la delincuencia, esto es, la pobreza, la falta de educación, de una adecuada cobertura de salud, el combate a la falta de oportunidades. Por otra parte, el alcalde de La Florida es partidario de crear condiciones que permitan dar "Seguridad Ciudadana" y propuso tomar medidas que permitieran aumentar el costo del delito, buscando que la delincuencia en su evaluación costo beneficio, tuviese un peor resultado y con ello, reducir el número de delitos.
En Recoleta, el alcalde señalaba como ejemplo diversas medidas tendientes a dar más confianza a los vecinos, que podrían haber explicado un leve descenso de la delincuencia en esa comuna. Por su parte, el alcalde de La Florida señalaba que había que trabajar en que las leyes se cumplan, no era partidario de aumentar las penas sino que simplemente, estas se cumplieran, otorgando los medios y diseñando procesos inteligentes para impedir que los delincuentes fuesen impunes al cometer sus delitos.
Los expertos, por su parte, coinciden en que el aumento de penas no es la solución; quizás la tipificación de imputabilidad de delitos cometidos por jóvenes -quienes por esa condición no son impugnables y salen libres a pesar de haber cometido numerosos delitos- sería necesaria, como uno que otro cambio, pero con aumento en las penas, no se resuelve el problema; el problema está en articular adecuadamente los recursos para combatirlos. Mejor coordinación entre las policías y los diferentes tipos de seguridad privada o municipal, adecuar ciertas garantías, trabajo de inteligencia tendiente a lograr, como decía el alcalde de La Florida, que la ley se cumpla.
Sin embargo, poco se habla de una puerta que no se vigila y que podría ser una clave efectiva para disminuir los delitos, esto es atacar el mercado secundario de reducción de especies robadas. Llama la atención que públicamente no se conozcan esfuerzos en el sentido de cerrar la fuente de recompensa de los delincuentes que es la venta de las especies robadas. Hay esfuerzos en control del comercio de drogas, venta ilegal de alcohol, ¿pero qué pasa con el mercado de las especies robadas?.
La guerra a la delincuencia es necesario darla en todos los frentes; prevención, control, investigación, inteligencia aplicada, sistema judicial, penal, como bien señala el alcalde de La Florida; pero también es necesario golpear el modelo de negocios de los delincuentes donde más les duele y donde más se afecta su rentabilidad; esto es, atacando sus fuentes de financiamiento comercial. Finalmente, el alcalde de Recoleta tiene razón; la guerra se gana atacando las fuentes mismas de la pobreza, es necesario crear oportunidades más atractivas de vida que la del delito, pero esto se logra en el largo plazo, como bien lo ha visto con su estrategia en Recoleta; mientras tanto nos van a seguir robando y eso afecta profundamente a la sociedad.